Urbano (5)


La ronda es la acción de visitar los distintos garitos situados a una distancia tal que no comprometa la autonomía pedestre de los concurrentes, pues tienen que regresar a sus domicilios andando. En cada una de las paradas del trayecto se bebe, si no, no se entra. Cada cual toma lo que quiera, siendo el vino y la cerveza los artículos más demandados. El vino, antaño prácticamente único producto que se ofertaba, ha ido cediendo cuota de mercado a la cerveza, el fermento de gramínea se ha popularizado entre los jóvenes y entre los delicados de salud debido a su menor vigor alcohólico, eso sí, tanto el uno como la otra siempre de género nacional, nada importado. Se toma una consumición por bar, no se repite, para eso está el siguiente, si alguno tiene prisa que se calme y espere, no hay nada peor que beber con ansia, si alguno no acaba de apurar la suya que arree, estar tanto tiempo en un mismo sitio agobia. No han de seguir todos el mismo itinerario, cada cual tiene su propio camino, y mientras lo recorre, a veces coincide con los otros, a veces no. Dentro de la ruta habrá bares que se repitan casi invariablemente los mismos días a las mismas horas, de esta manera cualquiera que esté iniciado podrá juntarse a la ronda cuando mejor le convenga. Todos los días hay ronda, con participación desigual dependiendo de si hay que madrugar mañana, de la estación del año o de la temperatura ambiente. Al llegar se saluda colectivamente con un buenos días, tardes o noches, según el momento, se toma posesión de un trozo de barra libre que le permita estar situado suficientemente cerca de los demás ronderos, pero disponiendo de espacio vital alrededor para no sentirse vulnerado, acto seguido se pide con firmeza lo que se va a consumir. Ante un cliente habitual el camarero suele encerrar entre interrogaciones la bebida acostumbrada del recién llegado, ¿caña?, diría, y el preguntado, con una mirada aseverativa confirmaría el pedido, esto le confiere prestigio ante la parroquia, acreditando que no es un aficionado el que para. Si el camarero ni siquiera pregunta, simplemente le recibe con una sonrisa y le sirve, se sabrá que se está ante un verdadero profesional.
Urbano era un verdadero profesional.Todo el mundo sabía que bebía clarete.

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