Praxis amatoria


Sólo quiero amarte. Quiero hacerlo y no decirlo. El amor se hace. Así lo clama la pornografía con su paroxismo de la técnica, los jipis que van hasta arriba de ingenuidad, los jóvenes que vierten su incontinencia hormonal por las esquinas y Jesucristo según San Mateo, el de “por sus hechos les conoceréis”. Tanto ilustre personaje no ha de andar descaminado.

Quiero hacer amor. Como pica la piedra el reo, concentrado únicamente en dar otro golpe de mazo sin pensar en el resultado del esfuerzo. Quiero hacer amor. Como hace revolución un activista, repartiendo pasquines por la calle mientras escapa de la policía política. Quiero hacer amor. Como se unge en sangre de toro el torero, seduciendo a la muerte con la posibilidad de atravesarle el pecho.

No sobaré al amor con palabras vacías. Hoy no, al menos. Hoy pasaré a la acción. Hoy iré a buscarte al final de la jornada. Hoy regresaremos a casa juntos de la mano mientras charlamos. Y que el mundo gire, pero contigo dentro.

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