Te veo, con la carne aún tibia de sueño (lo sé porque la he tocado), ponerte el tanga y el sostén, como Juana de Arco ajustándose la armadura antes de guiar en otra carga suicida a su tropa alucinada (¿es acaso amarme el designio que te susurraron en el jardín las voces de los santos?).
Disfrazada de diario sales a la calle, con un vaso de leche y un beso mío en el pellejo, mientras quedo observándote alejar desde nuestra ventana...
Líbrate de la hoguera de la envidia alimentada con egoísmo y avivada por el miedo.
Supera el descenso del desánimo, la inseguridad de la duda y la apatía del desencanto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSe fuerte doncella.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSabed
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque aunque al cielo defraudes
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtienes regreso.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxVuelve limpia. Te espero. En todo caso, vuelve.
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